El cine, por
lo general, ya sea para referirse a la vida de un cantante, deportista o
alguien que haya tenido una vida que llamara la atención y tuviera un atractivo
especial, se enfoca en el éxito, la victoria que logró el aludido. Killing Bono
representa una subversión a lo anteriormente mencionado. Intenta ver desde la
perspectiva del fracasado el asunto, haciéndonos entender como espectadores que
no todos salen ganando, y que éstos sujetos que no obtienen el reconocimiento que
creen merecer, también tienen una historia que contar, que es igualmente
importante.
La cinta
está basada en el libro autobiográfico “I was Bono’s dopplegänger” de Neil McCormick (Ben Barnes),
quien trata sobre la rivalidad que surge entre su banda y la de unos amigos en
el instituto, en Irlanda a principios de los años 80. Ivan (Robert Sheehan) y
Neil McCormick fueron compañeros de colegio con Paul David Hewson (Martin
McCann), más conocido como Bono. Éste último era parte de la banda que termina
siendo adversaria de los hermanos McCormick.
No siempre
la ambición y el egocentrismo conducen a un buen camino, y por ende al triunfo.
Estas cualidades cuando están juntas pueden dar como resultado el mayor
hundimiento en la profesión de alguien. Neil, donde Barnes hace una excelente
caracterización al recoger los rasgos claves de la personalidad de éste que
colaboraron en la caída de su carrera musical, le esconde a su hermano algo que
es crucial en el futuro de Ivan, que Bono lo quería como guitarrista de U2. La
película muestra como una mentira de ese grado puede afectar en tal magnitud a
una persona. Ivan fue engañado por su propio hermano, en el cual prevaleció el
egoísmo frente a la humildad. Neil no perdió nunca la posibilidad de poder
alcanzar a Bono y compañía o que su banda fuera más exitosa, pero mientras lo
intentaba, cometía error tras error, al dejarse llevar por la soberbia, la
envidia y no tomar las decisiones adecuadas.
La industria
de la música no es fácil, requiere de bastante talento, carisma, y visión de
futuro, o por lo menos eso nos hace ver Killing Bono, al demostrarnos, a través
de Neil, que la mentira y el narcicismo no conllevan a la meta esperada.
Como decía
Juan Manuel Fangio “Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse
el mejor”.